lunes, 3 de mayo de 2010

Desastres Naturales


Durante los últimos años se ha visto incrementada la cantidad de desastres naturales y la intensidad de los mismos con sus efectos devastadores. Registramos así el huracán Katrina con vientos de más de 240 kilómetros sumergiendo bajo las aguas del lago Portchtrain a Nueva Orleáns; también lo hace a fines del año 2004 el mismo Sumatra, seguido de devastadores tsunamis que cobraron cerca de 300.000 víctimas mortales en las costas del Océano Índico entre Thailandia y Maldivias. Otro fenómeno climático comocido como El Niño, en 1982 arruina las pesquerías de Perú y Ecuador, la sequía afecta a Australia, al este y centro de África donde producen hambrunas y a Thaití que es asolado por un tifón por primera vez en 100 años. Las amenazas naturales son fenómenos potencialmente peligrosos tales como terremotos, erupciones volcánicas, aludes, marejadas, ciclones tropicales y otras tormentas severas, tornados y vientos fuertes, inundaciones de ríos y de zonas costeras, incendios forestales y las humaderas resultantes, sequías e infestaciones. Extensa es la lista a lo largo de la historia de la humanidad. Ante tanta vulnerabilidad frente a estos fenómenos naturales, nos cabe preguntarnos qué tanto podemos hacer por anticiparnos y prevenir los efectos mortales de estas megacatástrofes.

Los fenómenos naturales se convierten en desastres naturales cuando afectan a una población socialmente vulnerable. Es sólo su interacción con la gente y su entorno lo que genera impactos que pueden llegar a tener dimensiones catastróficas, dependiendo de la vulnerabilidad de las poblaciones en la zona.

La vulnerabilidad a los desastres es una condición producto de las acciones humanas. Indica el grado en que una sociedad está expuesta o protegida del impacto de las amenazas naturales. Esto depende del estado de los asentamientos humanos y su infraestructura, la manera en que la administración pública y las políticas manejan la gestión del riesgo y el nivel de información y educación de que una sociedad sobre los riesgos existentes y cómo debe enfrentarlos.

Los efectos de un desastre natural pueden amplificarse debido a una mala planificación de asentamientos humanos, falta de medidas de seguridad, planes de emergencia y sistema de alerta temprana, entre otros, por lo que a veces la frontera entre los desastres naturales y los desastres provocados por el hombre se tornan un poco difusos.

La actividad humana en áreas con alta probabilidad de desastres naturales se conoce como de alto riesgo. Las zonas de alto riesgo sin instrumentación ni medidas apropiadas para responder al desastre natural o reducir sus efectos negativos, se conocen como de zonas de alta vulnerabilidad.

Frecuentemente surge la pregunta entre las comunidades científicas encargadas de estos temas sobre qué tan natural es un desastre natural. Esto es, qué tan responsable en la actividad humana, tal como la industria, del creciente número de desastres naturales en el planeta, en virtud del hecho de que ello está acelerando el ritmo de calentamiento del planeta. También se discute sobre la inequidad económica, que vulnera a los más pobres y les impide acumular el capital necasario para construir zonas de menos riesgo, por citar sólo unos ejemplos de la contribución del hombre a aumentar el riesgo de desastre naturales.

Los expertos dicen que si no se reduce ahora las emisiones de gases,en 10 años el calentamiento global podría producir grandes catástrofes. El mundo será devastado por las sequías, la escasez de agua y alimentos, las epidemias y el crecimiento de los mares. Para muchos científicos, si no se toman medidas a tiempo, en 2015 el mundo será dos grados centígrados más caliente de lo que era en 1750, antes del comienzo del la Revolución Industrial. Luego, según el estudio,ya no habrá ninguna forma de evitar que la humanidad y el ecosistema resulten gravemente perjudicados por las secuelas de los crecientes niveles de dióxido de carbono.

La sequía es la primera causa del hombre que amenaza a catorce millones de habitantes de los países meridionales de África,una de las emergencias de mayor gravedad en estos momentos.

Nadie duda que los desastres naturales sean fenómenos ajenos a nuestro control en contra de los que, en la mayoría de los casos, no se puede luchar. Sin embargo, sí somos responsables del uso de productos que destruyen la capa de azono, de la contaminación del aire, etc. Como resultado la Tierra se calienta, aumenta el nivel del mar, varían las temperaturas...y nos enfrentamos a sequías, lluvias acídas, grandes y puntuales tormentas, cambios en las corrientes aceánicas y un sinfín de consecuencias de las que aún no somos conscientes. Esto afecta a la fauna, la flora, los hábitats y a nuestra salud física y mental.

¿Somos o no responsables?

La educación es uno de los pilares de la eficacia de nuestra acción ambiental. Se trata de abordar una tarea educativa desde lo preventivo, lo que es más conveniente en términos económicos y ambientales, tratando de promover un cambio de hábitos y actituedes cotidianas que se concretan en acciones ambientalmente adecuadas.

Es el mejor instrumento para convertir a nuestra población escolar en una sociedad participativa y dinámica en la apuesta por la constante mejora de calidad de vida.

Existen soluciones para estos problemas, el conociemiento y las tecnologías que se requieren para enfrentarlos están ampliamente disponibles. La reducción de los desastres es la suma de todas las acciones que pueden aplicarse para reducir la vulnerabilidad de una sociedad a las amenazas naturales.